¡Buenas tardes a todos! Como ya he comentado por aquí... conocéis que es
mucho más fácil para mí hablar en público sobre rocas, fracturas, aguas o
volcanes que sobre ciertos asuntos como el que ahora nos reúne, os pido
disculpas por anticipado y seré, pues, breve...
Lo primero es agradecer al Ayuntamiento de Manzanares -a su Concejal de
Cultura, a su Alcalde, y a la Directora de esta biblioteca “Lope de Vega”- las
facilidades mostradas para el buen fin de este evento y, por qué no decirlo, su
respetuosa cordialidad en el trato. ¡Gracias! No lo segundo sino, claro,
también lo primero es agradecer tanto la presencia de estos dos señores que han
tenido la amabilidad de acompañarme hoy, como también su disponibilidad, su
tiempo, su inteligencia y crítica, y su amistad: los profesores David Abolafia
y Manuel Gallego. ¡Gracias de todo corazón! Os contaré un secreto a ambos:
vuestra Filosofía y vuestra Historia me entusiasman tanto que cada vez más envidio
–sanamente- vuestra vocación y vuestra formación. ¡Es un auténtico gustazo que
estéis aquí conmigo! Por supuesto, agradezco de manera sincera todas vuestras
palabras de apoyo y de crítica, repito, razonada hacia este proyecto “inesperado”
que es “La roca y Dios”.
Hay más agradecimientos igual o más sinceros, si cabe, hacia otras
personas muy próximas (estén presentes o no) que –por las razones mencionadas
al inicio- prefiero dejar por aquí y por allí, moviéndose a su antojo... Mi agradecimiento
también para Manuel Serrano -artísticamente embarcado en este asunto-, y a
Alberto Torrijos por su ayuda en la edición. También os agradezco a todos los
demás que estéis en esta sala, pues muchos conocéis lo que eso representa para
mí...
En fin, con todo lo que ya se ha dicho en este acto tal vez al autor le
resta aportar, al menos, cuatro cuestiones personales finales y sus respuestas:
-
A la cuestión de qué es o
qué representa este texto, pues..., tal vez os vais a sorprender si os
respondo que ni yo mismo lo sé muy bien. Sólo dos cosas os diré que las tengo
por ciertas: la primera es que es un ensayo personal, un desahogo sincero de
muchos ratos algo extremos y -sí David- la segunda es que es un intento de
legado que surge –voluntariamente- de manera inversa a lo propuesto por el
filósofo Comte: de la ciencia (formación y aplicación) hacia la búsqueda del
sentido de las cosas...; así ha sido y así es y creo que seguirá siendo mi
evolución personal. Intuyo, además, que “La roca y Dios” es una historia, pero
una historia muy diferente a otras que hayáis escuchado o que hayáis leído, y
sí, tal vez por eso sea un poco “única”... Es una historia poliédrica –como
prologa magistralmente David- y es una historia de verdad y no de mentira... Y
esto es así porque es una historia de pura imaginación, y si la imaginación fuese
una mentira, si fuera inútil, sencillamente no estaría entre las necesidades de
los seres -de los vivos y de los seres no vivos o “latentes” o “expectantes”-...
Este intento de naturalista que soy os afirma –pues el paso del tiempo así lo
ha comprobado- que (repito) si la imaginación fuera mentira, si la imaginación
fuera inútil, entonces la propia evolución de la energía la habría desechado
por inválida hace miles y miles de años... ¿Por qué tendremos algunos la
necesidad de imaginar? Tal vez porque (como prologa David): … para pretender el
mundo es largo, para conformarse se ha inventado el jamás...
-
A la cuestión de cómo ha
surgido la historia de este libro os diré que yo sólo “forcé” el
comienzo con el recuerdo infantil del sillar en nuestra iglesia, nada más; el
resto –trama, enlaces y desenlace- lo ha desarrollado él mismo: ...y las causas “nos” fueron cercando,
cotidianas, invisibles, y el azar se “nos fue” enredando, poderoso, invencible...
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A la cuestión de para qué
este texto, qué utilidad podría tener este texto, la respuesta es para
colaborar, para ayudar –si es que fuera preciso- a recuperar el instinto básico
no del hombre sino del hombre como ser vivo.
-
Finalmente, a la cuestión de a quién va
dirigido este texto, pues, la respuesta creo deberá darla cada uno que
lo lea, ya que en él hay hembras y hombres, hay niños y bestias, hay aguas y
árboles, marinos y guerreros valientes y canteros geniales, nobles y ermitaños,
personajes de edades y de formas diversas, de pensamientos dispares, acomodados
o no, seres reales de finales diferentes... Por haber, hay hasta una roca hecha
sillar -hermosa, sufrida y tenaz- y un oloroso mineral que, por sí mismo, tal
vez debiera ser el objetivo a alcanzar por parte de todo: por parte del “Todo”...
Yo, si me lo permitís, no os contaré con quién –o con quiénes...- me identifico
cuando lo leo, pues tal es mi secreto y mi manera de vivir este libro...
En fin..., ojalá que disfrutéis con este texto, ojalá que os haga
meditar sobre la necesidad vital y casi olvidada de observar todo lo que es natural,
para comprender lo que se desarrolla a partir de todo lo que así es. Ojalá os
ayude a enfatizar, a recuperar, a cultivar vuestra imaginación y la de los
vuestros. Ojalá que este texto sirviera para enseñar a educar y para educarnos
como siempre debió ser, ojalá –finalmente- volvamos a ser hombres y mujeres y
niños tan tremendamente evolucionados e inteligentes y formados que sigamos
siendo primitivos, como antaño: instintivos, observadores sostenibles... ¡Gracias!